Pensemos en la sociedad contemporánea: ¿qué aspectos no están vinculados a Internet? ¿Qué situaciones de tu vida no aparecen conectadas directa o indirectamente a esta herramienta? Gracias al servicio de empresas como Cablevisión Fibertel, hoy en día, más de la mitad de las casas del mundo tienen acceso a Internet.
Pero vayamos al grano de esta nota: muchos jóvenes no pueden establecer una diferencia entre el mundo on y el mundo offline. De hecho, tienen naturalizada la conexión al mundo digital desde el momento en el que nacen.
En consecuencia, la educación no puede darle la espalda a este fenómeno. O mejor dicho: no debería.
Las sociedades más desarrolladas ya hace muchos años que incorporaron Internet a su pedagogía. Esto, aparte de beneficiar a los jóvenes en términos profesionales y de futura inserción laboral, los prepara moralmente para que puedan afrontar eventuales problemas vinculados a la navegación en línea.
La importancia de la "Internet en la Educación"
Por un lado, Internet es una "red de redes", o sea, una red que interconecta computadoras y dispositivos como celulares.
Por el otro lado, el concepto “educación” proviene de la palabra latina ‘educare’. Y es, dicho de modo sencillo, el proceso de promover conocimientos y normas y formas de conducta en una persona.
A través del uso del Internet se posibilita, por primera vez en la historia de la educación, que la mente quede liberada de tener que retener una cantidad enorme de información. Sólo es necesario comprender los conceptos sobre la dinámica de los procesos en las cuales una información está encuadrada.
Esta liberación permite emplear métodos pedagógicos con los cuales el estudiante puede aprender más y mejor en menos tiempo.
La mayor condición, en este caso, es que los docentes promuevan el desarrollo de las capacidades mentales que posibiliten que los estudiantes comprendan adecuadamente la información y puedan procesarla de forma efectiva. De modo contrario, poco importa la democratización de la información implícita en la dinámica de Internet.
Problemas más allá de Internet
En la actualidad, estudiosos sobre la calidad de la educación demuestran que los estudiantes egresan de la escuela secundaria sin contar con la habilidad de comprender lo que leen. Además de que, como consecuencia, cuentan con serias dificultades a la hora de razonar y poder sostener una argumentación.
Ahora bien, ¿esto tiene que ver con Internet? En parte sí y en parte no.
La cuestión según nuestro punto de vista es la siguiente: Internet está posicionada en nuestras vidas cotidianas de modo tal que ya es irradicable. Frente a esa situación, lo que debemos hacer es prepararnos para capitalizar esta herramienta y encauzarla de modo tal que sea un beneficio y no un perjuicio.
Esto significa que debemos reestructurar la educación para que los jóvenes desarrollen plenamente sus habilidades discursivas y de procesamiento de la información. Sin lograr esto, fallaremos como sociedad.
Por lo demás, a veces se critica a esta tecnología (ni positiva ni negativa per se) por la supuesta desconexión que genera entre el sujeto y su interior. Nuevamente, preguntémonos esto: ¿se trata de un problema de Internet o de una falla en la preparación de los individuos para usar Internet?
La realidad irreal de una flor digital
Debemos acompañar la inserción progresiva de nuestros jóvenes en el mundo digital con una cuidadosa estrategia de implementación comunitaria que tienda lazos en vez de aislar a las personas. Las redes sociales, en este sentido, pueden ser muy positivas. No obstante, depende del uso que de ellas hagamos el juicio final que podamos hacer sobre ellas.
Muchas veces hemos oído decir que las personas vivimos realidades irreales: y suele ser cierto. Si no sabemos cómo huele una rosa y la carga emotiva que puede tener el gesto de regalar una flor, ¿cómo podremos comprender que nos regalen un ramo de flores virtual? Por lo demás, ¿verdaderamente, el ramo virtual, es un equivalente de la flor palpable?
Esto último, sin embargo, no obsta que dos personas que se conocen por Internet no terminen regalándose una flor real, ¡por supuesto! De hecho, hay infinidad, por ejemplo, de parejas exitosas humanamente que surgieron de salas de chats y apps móviles para encuentros amorosos.
Asimismo, nuestros trabajos diarios cada vez más dependen de Internet, al punto tal que si se nos corta la luz tenemos un problema serio. Por esta razón, una pedagogía que no contemple la preparación para afrontar Internet e incorporarlo en la dinámica educativa va a fallar, ya que no estaría preparando a los individuos para que se desarrollen profesionalmente de manera apropiada.
Un antiguo dilema actual
Un equivalente es el dilema que hace años algunos padres se planteaban con respecto a la televisión: ¿le impido a mi hijo que vea horas y horas de programas televisivos y estimulo el desarrollo de su imaginación, por ejemplo, a consecuencia de ocasionarle eventuales problemas de socialización, ya que todos sus amiguitos miran tele o simplemente dejo que siga la corriente?
Probablemente, la solución no sea ninguno de los dos extremos en el caso de Internet. Una persona sin una adecuada preparación para usar esta tecnología puede terminar psíquicamente dañada y ocasionar, asimismo, daños en terceros.
También, una persona sin acceso a Internet corre con una infinidad de desventajas profesionales y sociales frente a quien sí tiene acceso.
Entonces, la solución es una equilibrio. Los niños deben tener acceso limitado y controlado a Internet, ¡pero deben tenerlo! Y deben tenerlo con el acompañamiento de los adultos a cargo, desde las familias.
A su vez, las instituciones educativas que no contemplen internet en el diseño de sus currículums formarán sujetos con desventajas técnicas, lo cual les acarreará inconvenientes de toda índole: en el presente y en el futuro.
Por lo tanto, tanto las familias como las escuelas deben desarrollar planes integrales para preparar correctamente a los jóvenes, de modo tal que puedan capitalizar Internet y no enfermarse en el camino.
Pero vayamos al grano de esta nota: muchos jóvenes no pueden establecer una diferencia entre el mundo on y el mundo offline. De hecho, tienen naturalizada la conexión al mundo digital desde el momento en el que nacen.
En consecuencia, la educación no puede darle la espalda a este fenómeno. O mejor dicho: no debería.
Las sociedades más desarrolladas ya hace muchos años que incorporaron Internet a su pedagogía. Esto, aparte de beneficiar a los jóvenes en términos profesionales y de futura inserción laboral, los prepara moralmente para que puedan afrontar eventuales problemas vinculados a la navegación en línea.
La importancia de la "Internet en la Educación"
Por un lado, Internet es una "red de redes", o sea, una red que interconecta computadoras y dispositivos como celulares.
Por el otro lado, el concepto “educación” proviene de la palabra latina ‘educare’. Y es, dicho de modo sencillo, el proceso de promover conocimientos y normas y formas de conducta en una persona.
A través del uso del Internet se posibilita, por primera vez en la historia de la educación, que la mente quede liberada de tener que retener una cantidad enorme de información. Sólo es necesario comprender los conceptos sobre la dinámica de los procesos en las cuales una información está encuadrada.
Esta liberación permite emplear métodos pedagógicos con los cuales el estudiante puede aprender más y mejor en menos tiempo.
La mayor condición, en este caso, es que los docentes promuevan el desarrollo de las capacidades mentales que posibiliten que los estudiantes comprendan adecuadamente la información y puedan procesarla de forma efectiva. De modo contrario, poco importa la democratización de la información implícita en la dinámica de Internet.
Problemas más allá de Internet
En la actualidad, estudiosos sobre la calidad de la educación demuestran que los estudiantes egresan de la escuela secundaria sin contar con la habilidad de comprender lo que leen. Además de que, como consecuencia, cuentan con serias dificultades a la hora de razonar y poder sostener una argumentación.
Ahora bien, ¿esto tiene que ver con Internet? En parte sí y en parte no.
La cuestión según nuestro punto de vista es la siguiente: Internet está posicionada en nuestras vidas cotidianas de modo tal que ya es irradicable. Frente a esa situación, lo que debemos hacer es prepararnos para capitalizar esta herramienta y encauzarla de modo tal que sea un beneficio y no un perjuicio.
Esto significa que debemos reestructurar la educación para que los jóvenes desarrollen plenamente sus habilidades discursivas y de procesamiento de la información. Sin lograr esto, fallaremos como sociedad.
Por lo demás, a veces se critica a esta tecnología (ni positiva ni negativa per se) por la supuesta desconexión que genera entre el sujeto y su interior. Nuevamente, preguntémonos esto: ¿se trata de un problema de Internet o de una falla en la preparación de los individuos para usar Internet?
La realidad irreal de una flor digital
Debemos acompañar la inserción progresiva de nuestros jóvenes en el mundo digital con una cuidadosa estrategia de implementación comunitaria que tienda lazos en vez de aislar a las personas. Las redes sociales, en este sentido, pueden ser muy positivas. No obstante, depende del uso que de ellas hagamos el juicio final que podamos hacer sobre ellas.
Muchas veces hemos oído decir que las personas vivimos realidades irreales: y suele ser cierto. Si no sabemos cómo huele una rosa y la carga emotiva que puede tener el gesto de regalar una flor, ¿cómo podremos comprender que nos regalen un ramo de flores virtual? Por lo demás, ¿verdaderamente, el ramo virtual, es un equivalente de la flor palpable?
Esto último, sin embargo, no obsta que dos personas que se conocen por Internet no terminen regalándose una flor real, ¡por supuesto! De hecho, hay infinidad, por ejemplo, de parejas exitosas humanamente que surgieron de salas de chats y apps móviles para encuentros amorosos.
Asimismo, nuestros trabajos diarios cada vez más dependen de Internet, al punto tal que si se nos corta la luz tenemos un problema serio. Por esta razón, una pedagogía que no contemple la preparación para afrontar Internet e incorporarlo en la dinámica educativa va a fallar, ya que no estaría preparando a los individuos para que se desarrollen profesionalmente de manera apropiada.
Un antiguo dilema actual
Un equivalente es el dilema que hace años algunos padres se planteaban con respecto a la televisión: ¿le impido a mi hijo que vea horas y horas de programas televisivos y estimulo el desarrollo de su imaginación, por ejemplo, a consecuencia de ocasionarle eventuales problemas de socialización, ya que todos sus amiguitos miran tele o simplemente dejo que siga la corriente?
Probablemente, la solución no sea ninguno de los dos extremos en el caso de Internet. Una persona sin una adecuada preparación para usar esta tecnología puede terminar psíquicamente dañada y ocasionar, asimismo, daños en terceros.
También, una persona sin acceso a Internet corre con una infinidad de desventajas profesionales y sociales frente a quien sí tiene acceso.
Entonces, la solución es una equilibrio. Los niños deben tener acceso limitado y controlado a Internet, ¡pero deben tenerlo! Y deben tenerlo con el acompañamiento de los adultos a cargo, desde las familias.
A su vez, las instituciones educativas que no contemplen internet en el diseño de sus currículums formarán sujetos con desventajas técnicas, lo cual les acarreará inconvenientes de toda índole: en el presente y en el futuro.
Por lo tanto, tanto las familias como las escuelas deben desarrollar planes integrales para preparar correctamente a los jóvenes, de modo tal que puedan capitalizar Internet y no enfermarse en el camino.